¿Quién no ha soñado alguna vez con casarse en un castillo en una ceremonia de ensueño? Miriam y Óscar lo hicieron realidad, celebrando íntegramente su boda en el Castillo de Piedrabuena, desde la ceremonia hasta el fin de fiesta.
La ceremonia fue muy emotiva y decorada con mimo. Sobre una consola vintage había arroz con tarjetas personalizadas, cañones de pétalos, pomperos y paipais para festejar con los novios. Óscar sorprendió a Miriam con unas sillas Napoléon para los invitados, con unos delicados prendidos florales. Entre ellas creamos un pasillo con alfombras redondas de yute y faroles adornados con flores. Una banqueta con un arco creado por el padre de la novia y decorado por nosotros esperaba a la pareja para darse el “sí, quiero”. El mediante también tenía su espacio engalanado con un atril y cajas de madera, una jaula vintage, lavanda y espigo.
El resto de la boda no se quedó atrás en cuanto a detalles. El rincón de bienvenida, colocado sobre una pared de enredaderas, tenía un toque rústico con baúles de madera, faroles y eucalipto.
Toda la papelería de la boda siguió la misma línea donde destacaba una corona de laurel. Este motivo se utilizó en las tarjetas de protocolo, meseros, minutas, tarjetas de agradecimiento, tarjetas de bengalas y de arroz.
El protocolo estaba inspirado en los viajes que se hacían en otros tiempos, con baúles y maletas vintage. Una bola del mundo, una pizarra y un expositor de fotos de los novios completaron el conjunto.
Para adornar las mesas de la cena escogieron una base de madera con jarrones de diseño campestre con cuerdas y paniculatas, así como portavelas. El mesero se colocó en unos marcos cuadrados de madera.
Antes de empezar la gran fiesta cada invitado debía encender una bengala de un biombo de madera blanco e iluminar el primer baile de los recién casados. Ya solo quedaba disfrutar de la noche, con un photocall para hacerse fotos, luces leds en el claustro y un chill out para relajarse.
Deja tu comentario