Había una vez una chica llamada Aída que conoció a un chico llamado Raúl. Tras un tiempo se enamoraron y decidieron celebrar una gran boda para demostrarle a todos sus familiares y amigos su amor. Para ello escogieron un castillo, el Castillo de Las Seguras, en Cáceres; y un día, el 1 de septiembre de 2018. Así comenzó la boda de película de Aída y Raúl.

El día “B” recibieron a sus invitados con un cuadro con fotos de diferentes momentos que habían vivido juntos, decorado con faroles, baúles y portavelas, en los que predominaron los tonos neutros, blancos y crema.

Como toda gran estrella dispone de un camerino, hicimos una variante de este en el protocolo, exponiendo las tarjetas con los nombres de los invitados en un cuadro que simulaba un espejo de tocador, sobre una consola blanca y adornado con un gramófono vintage, portavelas y jarrones con flores.

La papelería estaba centrada en las películas preferidas de los novios. Tampoco podía faltar el logo diseñado por ellos mismos de una cámara de cine. Los centros de mesa eran frescos y naturales, con jarrón con flores y portavelas sobre base de madera, el mesero personalizado y un luminoso de cine con los nombres de los novios y su fecha.

El momento foto se completó con un photocall o modo de teatrillo con cortinas y alfombra roja donde los niños representaron diferentes escenas, pasando un rato divertido.

Da la sensación de que falta algo si se ve una película sin picar algo, aún después de disfrutar de una gran cena. Para solucionarlo pusimos una mesa dulce y salada, con palomitas, golosinas y frutos secos y con bolsas y cajitas para que cada uno escogiera lo que más le gustara.

Estando las invitadas vestidas con sus mejores galas los novios no podían permitir que estropearan sus zapatos en el césped, por ello pusimos un rincón de salvatacones con tarjetas personalizadas con el logo de la pareja.

El libro de firmas simulaba una claqueta de cine, para continuar con la temática elegida. Estaba colocado sobre una mesa de piedra decorada con portavelas y flores. Y a su lado un chill out para relajarse y disfrutar de la película.

Durante ese día y esa noche Aída y Raúl bailaron, rieron y disfrutaron como nunca antes, dejando claro a todos que su amor es infinito. Fin

No fin, no. Ahora queda lo mejor: “Y vivieron felices”.

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